Analía45 no creía en el futuro. No porque no existiera, sino porque ella ya vivía en él. De hecho, estaba tan adelantada a su tiempo que a veces pensaba que su mente ya había viajado al futuro y se olvidaba de regresar. Lo peor de todo es que nadie le creyó, así que empezó a hacer cosas aún más raras solo para probarlo.
Un día, mientras caminaba por el mercado, vio una banana flotando frente a ella, suspendida por una corriente de aire que nadie más parecía sentir. Se acercó, la tocó, y se desintegró en un rayo de colores brillantes. En ese preciso instante, el futuro la saludó: un hombre con gafas de sol y una camiseta que decía “#YaPasó”. Ella lo miró y le preguntó: “¿Qué día es hoy?” Y él le respondió: “Hoy es ayer, mañana será lo de siempre.” Analía45 sonrió porque, para ella, eso tenía sentido. ¿Por qué no vivir en un día que nunca llegó?
Decidió entonces romper las reglas del espacio-tiempo de forma creativa. Comenzó a hablar con gente del pasado y del futuro, sin que nadie se diera cuenta. En un café, le susurró a un niño que jugaba con su pelota: “¡Tu pelota está viajando al 2075 y se detendrá justo en el 5 de agosto! ¡Apúrate a salvarla!” Y el niño, claro, ni siquiera la miró.
Un par de horas después, entró a un banco y pidió que le dieran dinero del futuro. El cajero, un tanto confundido, le preguntó si estaba segura de lo que pedía. “Sí, claro”, le dijo, “pero, como en todo, el futuro no se compra con monedas, solo con risas”. El cajero la miró como si estuviera hablando en un idioma alienígena, y Analía45 dejó el banco sin dinero, pero con la sensación de haber hecho una transacción cósmica que nadie entendía.
Para probar aún más su teoría, un día le dijo a un amigo: “Dentro de tres minutos te van a llamar por teléfono. No me creas, pero confía en mí.” Tres minutos después, su amigo recibió una llamada. Analía45 se dio un aplauso interno, mientras pensaba: “¡Eso es, el futuro se puede predecir si no te importa nada del presente!”
La parte más extraña de todo esto fue que, cuanto más adelantada estaba al futuro, más lo sentía como si estuviera atrapada en un presente eterno. En su mente, el futuro ya había sucedido, y, de alguna forma, la única forma de disfrutar de la vida era olvidarse de las reglas.
Texto generado por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
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